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domingo, 28 de febrero de 2021

El despertar de Mónica (Relato para el reto de escritura #EstrellasdeTinta)

Historia sin TW. 

¡Aviso! Esta historia es continuación del relato que escribí para el mes de agosto del Origireto2020 llamado "El sueño de Mónica". Es muy conveniente leerlo previamente para entender éste de forma completa. Aquí el enlace:    El sueño de Mónica


Si ya lo habéis leído, aquí tenéis mi relato de este mes. Recordad que los comentarios salvan vidas y que si no os gusta el relato sois libres de mentir. Gracias ;-)


El despertar de Mónica



Me sentía totalmente relajada y en paz. Así que así era el final. Nunca le había dado muchas vueltas a ese tema, al fin y al cabo era bastante joven, pero cuando lo había hecho siempre lo había imaginado más doloroso y abrupto. Sin embargo me sentía fresca y liviana, como si hubiese salido de mi propio cuerpo. No podía ver nada ni abrir los ojos, no sentía nada salvo paz y el silencio, pero percibía una claridad que se incrementaba por segundos. Nunca había sido demasiado creyente, pero allí estaba la famosa luz, el puente hacia la eternidad. Mi subconsciente dejó de pensar y supuse que mi cerebro acompañaba a mi corazón. En un último acto reflejo noté como la luz y calidez me invadía y se apoderaba de mí, mientras mis pupilas se abrían paso frente a un iris azul más hermoso que el mismo cielo. Y luego, la nada…


La saqué en brazos del agua, más muerta que viva. Debía de haber tragado mucho agua y sangraba abundantemente de una herida en el abdomen. Tenía clavada una pequeña barra de acero. Observé a lo lejos como un gran crucero luchaba por ponerse a buen recaudo de aquella mar brava y rápidamente deduje que debía de haber caído del mismo. Parecía increíble como había podido llegar hasta la orilla, como si el amar la hubiera abrazado y lanzado cientos de metros en un último y desesperado hail mary*… Yo había sido el receptor, como en mis tiempos universitarios, y ahora era el encargado de llevar a término aquel desesperado e imposible intento por salvarle la vida a aquella mujer. Mi primer instinto fue detener la hemorragia, no había tiempo de esperar a Sebastián y su ambulancia. Con extremo cuidado, extraje el acero e inmediatamente la taponé con mi camiseta hecha jirones previamente. Afortunadamente era de talla extra-grande y fue suficiente para tapar la herida temporalmente. A continuación, le realicé la respiración artificial. Su corazón no latía, pero insistí hasta que, ya exhausto y desesperado, vi cómo la mujer abría los ojos, me vomitaba casi un cubo de agua encima e inmediatamente, caía desmayada. Satisfecho, me tumbé junto a ella mientras escuchaba las sirenas salvadoras de la ambulancia parándose junto al acceso a la playa. 


Desperté en una sala blanca que olía a desinfectante. No entendía nada. Lo último que recordaba era mi discurso en el castillo y cómo mi vida se iba tras aquella inesperada puñalada. Pero este lugar no parecía muy medieval, sino más bien una habitación de un hospital o de un psiquiátrico. ¿Habría perdido la cabeza del todo? ¿Era eso lo que había tras la muerte? Oí como se habría la puerta y entraba un hombre con un enorme ramo de orquídeas que colocó en un jarrón. Me sonrió ampliamente, me llamó Ariel y me dio la enhorabuena por mi despertar. No tenía ni idea de quién era ese señor de sonrisa perfecta y ya estaba decidida a solicitarle amablemente que me dejara en paz y se perdiera, que no estaba yo para príncipes, cuando este hizo un gesto hacia la puerta pidiendo a otra persona que pasara. Vi a un hombre pequeño acercarse tímidamente al grandullón y sonreírme a continuación. 


—Sebastián, acércate, Ariel ya se ha despertado, vamos, no seas tímido.

Sebastián apretó con fuerza la mano de su compañero y me dio los buenos días.

—Eres un milagro, chica. Tu capacidad de resistencia es increíble.


Érik, que así se llamaba el grandullón, me contó que me había visto flotando cerca de la orilla e inmediatamente había llamado a su pareja, que era ambulancero, para que acudiera presto con su equipo a socorrerla. Mientras, él había hecho lo que había podido, gracias a sus conocimientos básicos de socorrismo. Había llegado al hospital más muerta que viva, pero sorprendentemente había superado la delicada intervención quirúrgica y me estaba recuperando. 

Descarté totalmente contarles lo que había vivido, aunque estaba segura de que aquello había sido real. Desconocía qué tipo de extraña magia me había sacado de aquel mundo de fantasía para retornarme de nuevo al océano, pero estaba muy segura de lo que había vivido. Lamentaba mucho no haber podido contribuir a que aquel mundo tan curioso hubiera progresado como debiera, pero por otro lado me sentía muy feliz por poder seguir con mi vida. Tenía muchas nuevas ilusiones y mil planes en la cabeza. Aprovecharía cada segundo de mi vida para dedicarlo plenamente a mi felicidad y a hacer felices a los demás, a todas esas personas como el grandullón y Sebastián, que de forma tan altruista habían hecho lo posible e imposible para traerme de nuevo  a la vida. 

Dos semanas después me dieron el alta y, mientras tramitaba mi nueva documentación y comunicaba a todos los estamentos que seguía viva, me alojé en la casa de Érik y Sebastián. Era un modesto piso de 40 metros cuadrados con una única habitación, así que me quedé durmiendo en el sofá tras negarme firmemente a que me cedieran la habitación. No podía estar más agradecida hacia ellos. Ojalá hubiera tenido la forma de compensarlos económicamente, pero mi realidad era tan humilde como la suya. Llegó el momento de la despedida:


—Bueno, chicos, ha llegado el momento de mi marcha… he de regresar.

—¿Ya estás lista?—dijo Érik, con cara de preocupación—. ¿Seguro que es lo que quieres hacer?


Quise contarles que no tenía ninguna gana de volver, que odiaba el mundo y tan solo deseaba llegar a casa para investigar día y noche el acceso a otros mundos sin que nadie pensara que estaba tarada, pero obviamente no dije nada.


—Sí, me siento fuerte. Es la hora. Os debo tanto, chicos. 


Me acerqué a ellos y les di un gran abrazo. Les prometí volver a verlos el verano siguiente y hacer una gran fiesta en la playa. Sebastián, con lágrimas en los ojos, me miró y me cogió la mano.


—Ven conmigo, quiero enseñarte algo antes de que te vayas…


Le seguí hasta la puerta de lo que parecía un armario, pero cuando lo abrió vi que detrás había una amplia estancia con una mesa y un paquete de regalo encima de la misma. Intrigada por el inexplicable milagro arquitectónico de aquella enorme habitación armario, tardé unos segundos en entrar, pero Érik me dio un fuerte empujón. 


—Vamos, ábrelo, lady Mónica. Es nuestro regalo de despedida.

Me sentía como una niña pequeña con tanto agasajo. Rasgué el papel de regalo y dentro había una caja de zapatos de tacón. Torcí el gesto disimulando la mueca con una sonrisa, pensando que se habrían gastado una fortuna en unos zapatos que nunca me pondría, ya que no soportaba los tacones, pero al abrir la caja el shock fue mayúsculo. Un hermoso colgante se hallaba sobre un deteriorado libro electrónico. ¡Dios mío! ¡Era mi Kindle! No me podía imaginar cómo podía haber llegado hasta allí. Abrí el colgante con un clic con una corazonada y lo que vi en su interior me iluminó la cara y dio un nuevo sentido a mi vida. ¡Bendito guisante!**


Nos costó dejarla ir. Para nosotros era mucho más que una familia. Era nuestra reina, la mujer que lo había cambiado todo en el reino, incluso después de su atentado. La turba se había rebelado contra los asesinos y el mundo había prosperado mucho desde entonces, convirtiéndose en una sociedad mucho más justa para todos. Habíamos tenido que usar el portal para salvar su vida, ya que sabíamos que en nuestro mundo de fantasía no disponían de los medios necesarios para salvarla. Además, a pesar de los progresos sociales que se iban consiguiendo en nuestro mundo, estaba todavía lejos de ser aceptado por la turba que dos hombres se amaran libremente. En este otro mundo, aunque tuviéramos nuestras dificultades, no teníamos que ocultar nuestro amor. Por eso, aunque nos hubiera encantado volver con ella, decidimos no hacerlo y quedarnos de guardianes del portal. Al fin y al cabo, esa había sido mi labor durante años, viviendo entre ambos mundos.

Acompañamos a Mónica mar adentro en la Zodiac hasta el punto crítico y nos despedimos con un abrazo. La vimos sumergirse con su bombona de oxígeno  y como un hermoso banco de peces se movía a su alrededor, escoltándola en su descenso como si fuera la reina de las sirenas. Aún así aguardamos a que el destello verde brillara tres veces. Era la señal de que el portal se había activado. Tristes por perderla, pero felices por haberle dado nuevas esperanzas a ambos mundos, regresamos navegando hasta nuestro querido hogar.*** 

FIN

* Jugada de fútbol americano en la que se intenta un último pase desesperado de muchos metros para que el receptor consiga anotar cuando ya no queda tiempo. 

** Para entender la referencia del guisante es imprescindible leer “El sueño de Mónica”, también en este blog (relatos del Origireto 2020).

*** El juego de colores es para diferenciar el cambio de voz narradora de Mónica a Érik y un homenaje a Michael Ende.




Este relato pertenece al reto de escritura Estrellas de Tinta, creado por la gran KATTY. Podéis ver las bases del reto en este enlace:

http://plumakatty.blogspot.com/2020/12/estrellas-de-tinta-reto-de-escritura.html



2 comentarios:

  1. Buena continuación del anterior (que por cierto, me gustó mucho)
    Pillo la referencia a la historia interminable y me gusta como juegas con ambos mundos en los relatos.
    No esperaba menos del rey del last minute.
    Saludos y nos vamos leyendo.

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  2. Buen día, @kalen76:

    Decirte que ojalá existiera ese mundo corregido en el que tod@s seamos reconocidos como iguales con independencia de razas, género, circunstancias vitales y un largo excétera.

    Me sentí identificada con Mónica por su forma de ser e idiosincrasia y, al menos, compartimos la lectura como afición que no solo alimenta y cultiva la mente, también el espíritu.

    Y es precisamente ese espíritu de no rendición el que la salva. Porque la clave está en no temer a la luz interior.

    Por mí más que aprobado; destacas además la inclusión social y esto es algo que parece no brillar ni tres veces en este nuestro mundo.

    Nos seguimos leyendo.

    P.D.: A mí también me pasaba, por las ganas de publicar ya, pero revisa el escrito dos o tres veces para que brille esas mismas veces o más ;-)

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