Este es el primer relato para el reto #EstrellasDeTinta2023, podéis encontrar las bases del reto de escritura de este año aquí:
https://plumakatty.blogspot.com/2022/12/reto-de-escritura-creativa.html
TW: Lenguaje ofensivo, mención de drogas, abusos
Madrastra
Es un hecho conocido que la historia la narran los vencedores. Los derrotados, los aniquilados, poco pueden alegar con el paso de los años; las guerras por territorio se convierten en guerras santas, los conquistados son paganos o infieles y a los genocidios se les denomina colonización. En los cuentos populares tampoco es diferente. Se narran de generación en generación con pequeñas variaciones, pero una vez que te estigmatizan no hay manera de darle la vuelta, te conviertes en la mala para toda la eternidad, o por siempre jamás que dirían en mi mundo. Mis motivaciones, mi realidad, se fue difuminando con el paso de los siglos, entre purpurina y finales felices, hasta que una acabó convertida en villana de Disney, amargada, estirada y con aspecto de bruja con verruga y nombre de pérfida. No, en realidad no me llamo Grimhilde. Mi auténtico nombre es Inara y esta es mi historia.
Yo era una joven campesina, alta y agraciada, que laboraba en las tierras próximas a palacio. De familia humilde, a pesar de mi condición mis padres siempre se habían dedicado en cuerpo y alma a enseñarme los más exquisitos modales y a luchar por mis sueños. En cierta ocasión, en un radiante día de primavera, mientras empuñaba mi horca de carga y terminaba de subir el heno al carro, hube de detenerme al escuchar la voz de un hombre dirigirse hacia mí.
—¡Muchacha!—exclamó—¡un poco de heno y agua para mi caballo!
Su tono de voz era firme y decidido. Por lo general, habría rechazado con cortesía semejante orden, pero su tono tenía un efecto hipnótico que no podía dejar de complacer. Me di la vuelta para atender su petición y me hallé ante un imponente caballo blanco, puro nervio, un ejemplar espectacular. Desde pequeña había acompañado a mi padre en su viejo jamelgo y adoraba montar a caballo, sentirme libre trotando por las praderas, olvidarme por un instante de las largas jornadas que tenía por delante y disfrutar de nuestro hermoso y próspero reino en el que, a pesar de trabajar mucho, podíamos vivir dignamente y con seguridad. Pero este caballo tenía casi el doble de tamaño y el dorado de sus estribos y cinchas refulgía con el sol. Asimismo, me quedé embobada al contemplar la regia figura que controlaba al agotado pero aún brioso caballo. Era un hombre de largos cabellos negros, de unos treinta años, unos diez mayor que yo, pero de un porte y gallardía inigualables.
El caballero bajó de su caballo y me dio las riendas del mismo para que lo aproximara al carro. En ese momento, sentí como una descarga de energía recorría todo mi cuerpo y un ansia de saber más de ese hombre. Nos miramos y me dejé llenar por la negrura de sus profundos ojos. Casi se podía paladear la tristeza y desolación que mostraban.
—¿Se encuentra bien, caballero? ¿Hay algo que le aflige? Siento que le invade la pena y en la vida no hay tiempo para lamentaciones, hay mucho por lo que sonreir.
Fue caminando hasta la sombra de una higuera y allí se recostó contra el tronco, derrengado, y me contó que hacía unas semanas que había perdido a su amada esposa y se sentía devastado y sobrepasado, pues poco antes había sido padre de una preciosa bebé a la que él no tenía ni idea de cómo criar. La tarde dio paso a la noche y la conversación fue fluyendo, yo intentando animar a aquel portentoso caballero y él dejándose querer, hasta que me traspasó con la mirada, me estrechó en sus brazos y me besó, dando rienda suelta a toda la fogosidad contenida. Al alba se marchó y ahí quedó la cosa, yo sin tener idea de que había yacido con mi señor rey y pensando que con seguridad aquel noble despistado no volvería a aparecer a riesgo de encontrarse con un bastardo no deseado.
Cuál fue mi sorpresa cuando, a los tres días, unos caballeros llegaron a casa con un pliego y una bolsa de oro para mis padres y les dijeron que a partir de ese momento pasaría a vivir en la corte. Me llevaron a una villa y me dieron un buen baño y vestidos. Unas doncellas me arreglaron el pelo con dulzura y me dejaron hermosa y elegante como nunca habría soñado.
—¡Qué hermosa me siento!—exclamé, emocionada.
—La más hermosa entre todas las mujeres del reino— contestó una voz que no pude ubicar.
Entonces conocí a mi querido y fiel Espejo Mágico. Me dijo que era un tesoro de familia y que apreciaba tanto la belleza que siempre decía la verdad. Un espejo lisonjero, pensé de primeras.
Guardaron en un baúl tanto el espejo como los vestidos descartados y me montaron en un elegante carruaje, que me llevó hasta palacio, donde ya imaginaba que me aguardaba mi caballero.
Cuál sería mi sorpresa cuando me encontré caminando por los interiores de palacio, acompañada del hombre que gentilmente me había ayudado a salir del carro y comencé a escuchar el sonido de las fanfarrias.
—¿Qué se celebra? —pregunté, curiosa, a mi acompañante.
—Tenemos boda real, mi señora —contestó el caballero y abrió un portón que nos introdujo en un gran salón.
Allí, al acceder al salón y ver como todas las miradas se posaban en mí, noté como las piernas me empezaban a temblar. Anduve todo lo regia que pude sin entender nada de lo que estaba pasando hasta que vi que mi amado caballero me esperaba junto al altar y a un alto cargo de la iglesia. Su pequeña hija le acompañaba en brazos de su aya.
Aquel día nos casamos por todo lo alto, sin que se revelara a nadie mi humilde origen y fuimos razonablemente felices durante unos años, hasta que cierto día enfermó y le perdí… perdí lo más bello que tenía mi corazón.
Reconozco, y eso sí es cierto, que para superar la pérdida me dejé llevar por la vanidad. Que cada día le preguntaba al espejo quién era la mujer más hermosa del reino y que, a pesar del paso del tiempo cada día la respuesta era la misma.
—No hay ninguna belleza equiparable a la suya, mi reina.
Mi hijastra se llamaba Blancanieves y era una chica pálida y perezosa, demasiado acostumbrada a la vida de palacio. Por todos los medios intenté hacer de ella una persona de provecho, que se supiera valer por sí misma y fuera lo suficientemente fuerte para tener su propio criterio y ser un día una gran reina. Mientras tanto, yo gobernaba como regente lo mejor que sabía. Tenía que mostrarme dura en ocasiones ya que los nobles estaban a la mínima para saltar y argumentar que era una aberración que una mujer gobernara aquellas tierras en solitario. Me constaba que cuchicheaban constantemente acerca de la posibilidad de desposarme, pero jamás ninguno osó hacerme una propuesta a la cara. Yo no estaba para tonterías, tenía una responsabilidad adquirida para con el país y para mi difunto marido: cuidar a Blancanieves. Sin embargo, en esa empresa fracasé con estrépito.
Cierto día, al cumplir mi amada pero desastrosa hijastra los dieciséis años, mi querido Espejo Mágico cambió su respuesta y me dijo que, aunque yo era su favorita, la más hermosa ahora no era otra sino Blancanieves. Esa Blancanieves, que se había conteritdo en una joven caprichosa que rehusaba realizar cualquier tarea que supusiese mancharse las manos. Esa que clamaba que para eso estaba el servicio y a la mínima se escapaba de palacio para tumbarse en la hierba y dar paseos por el bosque. ¿Que si desató mi ira? En absoluto, al contrario, no hice sino intentar salvarla una y otra vez.
En uno de esos paseos fue cuando se topó con la casa de los enanos. Esos inmundos seres explotaban de forma ilegal los recursos del reino y habían hecho una fortuna a nuestra costa, robando nuestras gemas. Al encontrarse a Blancanieves en su casa y reconocerla como la legítima futura reina, la retuvieron allí y la hechizaron de tal forma que anularon su personalidad y le forzaron a hacer lo que ellos deseaban. Ese hechizo en vuestro mundo actual se llamaría burundanga, probablemente.
Mi querido espejo me indicó su ubicación, pero sabía que, de haberme presentado con un ejército en la casa de los enanos, Blancanieves no habría tenido ninguna oportunidad, por lo que me disfracé de anciana y salí al camino con una cesta de frutas para intentar traerla de vuelta.
MI intento fue en vano. Intenté convencerla de que me acompañara, pero le habían convencido de que no hiciera caso a nadie y rechazó mi cesta y mi conversación.
En un segundo intento, le rogué a un cazador que la intentara convencer ganándose su corazón, ya que era bastante apuesto, pero él malinterpretó mis palabras y creyó que debía de arrancarle el corazón de forma literal, cosa a la que se negó al ver la fragilidad e inocencia de Blancanieves.
No me quedó otra que recurrir a los remedios caseros que había aprendido de mi madre cuando mi padre llegaba borracho y encendido a casa. Preparé el mejunje del sueño, lo extendí por parte de la superficie de una apetitosa manzana y volví a la casa de los enanos cuando sabía que estos estarían ausentes. Blancanieves amagaba con rechazar mi oferta de nuevo, por lo que, para convencerla, mordisqueé el lado de la manzana que no tenía el mejunje y le ofrecí la otra parte. Ahí picó y en pocos segundos estaba tumbada sobre el suelo.
Entonces me di cuenta de que había cometido un gran error. Blancanieves ya no era la menuda niña que pesaba como una pluma a los 7 años, ahora era toda una mujercita y no tenía fuerzas para cargar con ella hasta palacio. Lo intenté arratrándola, pero tuvo que abandonarla en medio del bosque, al escuchar que alguien se acercaba. De haberme descubierto alguien habría sido mi fin.
A partir de ahí, la encontraron, abusaron de ella y dijeron que la habían despertado con un beso de amor (pamplinas). Volvió a palacio y reclamó para sí el trono, torturándome de una forma vil para disfrute del cruel populacho.
Ahora soy solo un recuerdo, vivo en la mente de vosotros, que os cuestionáis lo que leéis, que no dais por hecho las cosas, que os planteáis escenarios imposibles. Vivo en la mente de aquellos que sabéis lo que es vivir en una caldera, el sentir la soledad en compañía, que no es sino la más dura de las soledades, el tirar hacia adelante más por otros que por ti misma hasta que te das cuenta de que no has vivido tu vida y entonces, entonces es demasiado tarde, porque alguien ha decidido por ti y te ha calzado unas pantuflas de hierro al rojo vivo, que hacen que se te deshaga la piel mientras tu alma llora y te preguntas qué has hecho mal… La respuesta duele más si cabe al darte cuenta de que nunca has sido dueña de tus decisiones, mientras un Espejo Mágico te mira con desdén y te dice que ya no eres, ni mucho menos, la más hermosa del reino, que no puedes serlo con los pies llenos de ampollas, lágrimas en los ojos y la cara hinchada de dolor, y te cagas en la madre de aquel regio primer amor, que te robó tu vida a cambió de otra que nunca pediste, esa vida que acabó contigo, mientras vas sintiendo como te falta el aliento y, en tu último estertor, agarras con la mano las tenazas con las que te ciñeron las pantuflas de hierro y las lanzas con todas tus fuerzas contra el espejo, liberada por fin al sentir quebrarse el cristal a la par que tu corazón. ¡La reina ha muerto! —vitorean— ¡viva la reina!
FIN
Milpalabrista: 1971 palabras
Objetivo principal:
8- Escribe la versión del villano de un cuento popular o leyenda.
Objetivos secundarios:
13- Narra una historia sobre el primer amor.
22- Narra un relato centrado en un espejo mágico.
Me ha gustado mucho tu relato, la forma en que enlazaste los objetivos, logró un entretejido muy interesante. Es posible ver que intentaste perfilar muy bien el personaje de la reina, siento que te faltaron palabras para darle un poco más de desarrollo, lástima que tengamos esa restricción. Quizá siento que algunos segmentos del diálogo de la madrasta se sienten un tanto impersonales, es posible hacer que ese perfil que establece el relato se vea un poquito más en la voz de la protagonista. Gracias por regalarnos este gran relato Kalen.
ResponderEliminar¡¡GAMBA!! ¡¡¡¡GAMBA!!!! XD espectacular. Me ha encantado, menudo giro de la historia, casada contra su voluntad, y acusando al cazador de malentender, te lo compro totalmente, muy bien presentado, y tan bien metidos los objetivos del espejo y el primer amor. Me he quedado embelesada escuchándote leerla por discord jaja, de 10.
ResponderEliminarBuenas tardes
ResponderEliminarEste no me dio tiempo a leerlo el mes pasado, así que aprovechando un rato libre, lo he leído.
Muy bien narrado. Un estilo muy bueno y una versión de la villana bastante interesante. He visto un error aquí: "que se había conteritdo " -> convertido. Muy buen relato.
Un saludo.
Juan.