Bosque...

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miércoles, 18 de abril de 2012

Historias de madrugada: Calíope

Aquí dejo mi último relato de madrugada... Si lo deseas, puedes pulsar sobre la BSO que hizo que todo fluyera mientras lo lees...



Calíope

Calíope danzaba entre los rayos de luz emitiendo destellos cegadores con su cámara, captando cada instante mientras, a su alrededor, el caos se tomaba un respiro. Era como si, por un momento, el tiempo se hubiese detenido. En su cabeza no paraba de sonar aquella melodía, esas notas de piano que le daban la paz absoluta para centrarse en plasmar la belleza oculta de cada escenario, su secreto…

Dejó la cámara levitando y fue a fundirse en un abrazo con la roca de su niñez, el lugar de tantos y tan buenos recuerdos pasados. Era el día perfecto, a la hora perfecta, ese momento mágico en el que los dos soles del planeta Alsuín entrelazaban sus rayos naranjas y púrpuras, mostrando un amanecer intenso, perfecto, repleto de una energía desbordante, mientras pequeñas nubes de algodón se deslizaban al son de la brisa matinal, dibujando extrañas formas en el cielo…

Clic, clic, clic, Calíope activó mentalmente la cámara y en unos segundos recogió tres instantáneas, no por su afán perfeccionista sino para permitir que las juguetonas nubes hicieran su numerito. Una oveja, un pastel de cumpleaños y un velero fueron en esta ocasión las poses elegidas. Solo posaban para ella… era consciente de ello… una gran responsabilidad que afrontaba como siempre con su mejor sonrisa.

Solo que esta vez sería la última… en mucho tiempo. Quizá no volviera a ese hermoso lugar en su vida. Había sido designada entre honores como corresponsal intergaláctica para conflictos bélicos, por su innegable capacidad de captar el universo en un instante. Era lo que el lector demandaba, le habían asegurado, no era tiempo de fantásticos lugares recónditos, sino de inspirar al mundo desde el meollo de la acción… la acción… encarnizadas batallas interplanetarias en pugna por absurdos intereses económicos…

Se había planteado por un momento rehusar, tomar su cámara y marcharse en el primer aerotransportador a algún lugar tranquilo y remoto, como el planeta Clío, pero también le corroía un ansia por mostrar sus capacidades en otro ámbito y retratar la cruda realidad de la muerte y el odio, concienciar a los habitantes de la Confederación planetaria de que aquellos sinsentidos debían terminar para siempre…

Salió de su breve ensimismamiento cuando sintió el roce en sus mejillas de la cámara, que había traído de vuelta a sus manos inconscientemente. Revisó las imágenes captadas y se apercibió entonces de la presencia de una pequeña sombra al otro lado de la roca. Curiosa, se acercó para ubicar el objeto que proyectaba aquella sombra, para toparse con un peculiar individuo de cabellos plateados que garabateaba sobre un cuaderno mientras la miraba entre divertido y embobado.

-        Debes de tener mucho cariño a esa roca, creo que nadie nunca me ha abrazado con tanta intensidad.

-        ¿Siempre hablas como si estuvieras escribiendo una historia? Me has estropeado la foto, ¿sabes? – repuso Calíope, divertida.

-        No quería romper la magia del momento, estabas tan ensimismada…

Calíope y Orión entablaron conversación y el ocaso llamó a la puerta del amanecer, sin que ambos notaran la transición entre ellos… Ella le mostró sus fotos más especiales, imágenes que hablaban por sí solas, que ni mil palabras hubieran podido transcribir con justicia. Él, por su parte, le leyó sus relatos y poemas y cuando no tuvo más los improvisó frente a ella, contándole sobre los orígenes del viento, el porqué del otoño, la leyenda de los titanes que pugnaban por la luna… inspirado por su presencia narró como nunca y tan a fuego quedaron esos misterios en el corazón de Calíope, que fue capaz de siluetear en las nubes la esencia de cada leyenda y captarla con su cámara.

La noche les sorprendió besándose con pasión al pie de la ilustre roca… los cuerpos en ebullición, entrelazados en aquella noche única… hasta que ella marchó, presta a cumplir con su nuevo destino.

Aquella no fue la única ni la última vez que se encontraron. Durante los primeros meses, mantuvieron un contacto regular a través de holocartas y visitas fugaces, pero la fama de Calíope fue in crescendo, sus destinos cada vez más peligrosos e inaccesibles. Se extendieron rumores legendarios. Se dice que evitó varias guerras gracias a sus imágenes críticas y directas, poniendo en evidencia a los responsables del conflicto, lo que le granjeó poderosos enemigos. Incluso se comenta que, en una ocasión, detuvo un caza que iba a bombardear una población civil simplemente susurrando a las nubes…

Calíope… emblema de la humanidad, salvadora de vidas, susurradora de nubes, musa de mi corazón egoísta. De un día para otro, se desvaneció. Algunos dicen que terminó hastiada de tanto odio y huyó a algún planeta remoto, otros aseguran que fue interceptada por la milicia en un día sin nubes… y que el cielo, aún sin ellas, no dejó de llorar...

Durante años no cejé en mi empeño de encontrarla, recorriendo el confín del universo hasta llegar a nuestro lugar secreto, nuestro refugio imaginario, donde las palabras se dibujarían en el aire y las imágenes se plasmarían al papel en un íntimo jeroglífico… el planeta Clío… y ahora…

Ahora la arena se desliza entre mis dedos mientras contemplo el mar y la recuerdo… la percibo en su color esmeralda, como sus ojos, en su frescura y sus olas nerviosas… la veo en el horizonte, en cada  nube que dibuja mi memoria, silueteándola… la añoro en mis lágrimas, saladas como el intenso océano que acaricia mis pies… 

Juego a pensar que cuando caiga el último grano la habré perdido para siempre… y me arrepiento de no haber tomado un puñado más grande, aunque cuanto más la aprieto entre mis manos, más se escapa entre los dedos… He recorrido galaxias para llegar hasta aquí y  ya solo me quedan las palabras… Antes de que mi puñado se deshaga, decido regalárselo al viento, lanzarlo por los aires, pero noto un ligero cosquilleo en las manos que me llama la atención. Despierto de mi ensoñación y descubro que tengo una cámara en las manos, dentro de la cual se escucha un eco profundo, que repite una y otra vez…

¡Escríbeme! ¡Dame vida!

Soy la razón de la historia.

Soy el origen de tu placer.

Clic…

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