Aquí os dejo mi esperado relato de agosto para el #OrigiReto2019, el fantástico reto de escritura de @musajue y @stiby2.
-->
La traición
Había sido un día duro
y estaba deseando relajarme. Además, aún me tocaba bajar al trastero a guardar
la bicicleta de mi niño. Terminé de meter los platos en el lavavajillas, agarré
la bicicleta y con el pijama y las Crocs me dispuse a bajar al trastero.
Abrí la puerta de
los trasteros y nada más entrar me deslumbró un potente haz de luz. Agarré el
patinete como arma disuasoria y esperé a que mis ojos se acostumbraran a la luz.
Al fondo, junto a la pared y a media altura, se dibujaba una puerta blanca. Me
froté los ojos ante mi incredulidad, pensando que me había quedado dormido,
pero no, ahí estaba. ¿Un portal dimensional o una broma? Me di la vuelta para
buscar el proyector, pero no había nada. De pronto vi alguien aparecer y sentarse
ágilmente en lo alto del estante. Me resultaba terriblemente familiar. Era un
hombre alto y esbelto, bien parecido, con unos intensos ojos color azabache.
Enseguida, entró una joven mujer de ojos color aceituna. No era posible, pero
no había otra explicación, aquellos tenían que ser Sario e Irina, mis
personajes favoritos. Al momento aparecieron otras tres figuras más. Un hombre
gigante, fuerte y corpulento y una mujer cuyo físico no le iba a la zaga. Sin
duda se trataba de Orión y Elvia. Por último, apareció un señor calvo de unos
cincuenta años con ropajes de clérigo que no podía ser otro sino Azierius, el
clérigo ateo. Casi todo mi grupo principal de personajes estaba allí. Estaba
totalmente aturdido y paralizado por la situación.
—¡Nos abandonaste!
¡Casi veinte años! —dijo Orión, intentando abrirse camino entre cajas y
sillitas de bebé.
Hacía mucho calor.
Por un instante pensé en gritar, intimidado por aquella bestia enfurecida que
no apartaba su mirada de mí, pero enseguida recordé que aquel temperamento lo
había creado yo, solo tenía que averiguar qué estaba ocurriendo dentro de mi
cerebro para desactivar ese estado de letargo en el que había entrado mi mente
para soñar despierta.
—Te equivocas,
amigo —dijo Sario, como si me leyera la mente. —Esto no es ningún sueño, al
contrario. Necesitamos que despiertes de tu letargo y regreses al mundo que te
corresponde. La situación es crítica. La gran diosa nos ha abandonado y ha
unido fuerzas con su sobrino, Zhest. Han arrasado con todo. Somos lo poco que
queda del grupo. Kherik, Ivajj, Eirun, no lo consiguieron… todos muertos. La
mayor parte de la población ha sido aniquilada o esclavizada. Solo tú puedes
revertir esto o, al menos, inclinar la balanza hacia nuestro favor.
—¡Es su culpa!
—exclamó Azierius, señalando a Elvia. —Uno no puede ligarse a una diosa y luego
dejarla porque sí. La enfureció. La volvió contra nosotros. ¡La traicionó a
ella y por ende a nosotros!
Elvia se limitó a
mirar a Azierius con resignación, sin decir nada. Poco quedaba de aquella
poderosa guerrera vivaz y ocurrente. ¿Qué había pasado en todo este tiempo? ¿Era
posible que el mundo que había creado hubiera seguido su curso por sí solo en mi
ausencia?
—El tiempo apremia
—intervino Irina. —Hemos de volver ya, mientras todavía quede algo por lo que
luchar. La gente te necesita. Creo en ti, Kalen, he visto de lo que eres capaz.
Eres nuestra última esperanza...
Tomó mi mano y
sentí un impulso eléctrico al contacto. Irina siempre había sido mi debilidad.
Sin pensar en nada más, la agarré fuerte y atravesamos el portal, seguidos por
el resto del grupo.
Aparecimos en el
claro de un bosque. El panorama era desolador. Árboles en llamas, una lluvia de
cenizas a nuestro alrededor y, mirase hacia donde mirase, cadáveres.
—Aquí fue nuestra
última batalla —apuntó Irina. —Nos habíamos replegado hasta el interior del
bosque oscuro para hacernos fuertes en la espesura, como habíamos hecho en mil
ocasiones. Pero esta vez… ella…
—Yodhart nos
traicionó—continuó Elvia, con una voz apagada y triste. —Levantó la magia que
protegía al bosque y envió a sus dragones para masacrarnos. Nos defendíamos con
solvencia de las tropas de Zhest, pero aquello no lo vimos venir. Acabó con
todo. Con mis últimas fuerzas, conseguí levantar las tierras y que el torrente
del manantial de las leyendas nos protegiera. Desgraciadamente, no pudimos
hacer nada por los exploradores ni por el resto que había quedado en
retaguardia. Aguantamos lo suficiente hasta que Azierius pudo usar su cetro y
abrir el portal.
—Hemos de ir al
palacio y acabar con esto, Kalen. Hazlo por nosotros, por tu mundo —imploró
Sario. —No será fácil, pero daremos hasta nuestro último aliento por protegerte.
Ve hasta allí, invoca a tus astros y reclama el poder de los cuadernos
estrellados. Solo así podremos deshacer este entuerto.
Observé como me
miraban. A pesar de sus duras palabras, ninguno se resignaba a un destino
funesto, mantenían un hilillo de esperanza. No tenía ni idea de qué se suponía
que tenía que hacer yo allí. Me veía ridículo con mi pijama del pato Lucas y
las Crocs verdes, rodeado de nobles guerreros dispuestos a dar la vida por mí.
A nuestro alrededor solo había devastación y muerte. La ceniza nublaba la
visión y el hedor a azufre hacía que respirara con dificultad. Irina se acercó
a mí y me cubrió con su capa. Echamos a andar en dirección al palacio
celestial. Hasta que tuviera claro cómo volver a casa, no me quedaba otro
remedio que seguir la corriente a aquel grupo. Al fin y al cabo, es lo que
siempre había soñado, vivir una aventura como Kalen, el hechicero de las
estrellas, solo que en mis sueños era un hechicero sabio y poderoso que
caminaba sobre el aire sin pisar el suelo y aquí estaba incómodo y me sentía
patoso e inútil
Salimos del bosque en
dirección al palacio. Sario e Irina se adelantaron para explorar y los otros
tres se situaron a mí alrededor para protegerme.
—Agradezco la
protección, chicos, pero creo que si este mundo lo creé yo no debería de temer,
¿no?
—Poco queda ya del
mundo que creaste, hechicero —indicó el clérigo, gesticulando con las manos
para que contemplara el paisaje. Hace tiempo que las ninfas desaparecieron, La
Sombra Escondida cerró sus puertas y no ha vuelto y nos hemos convertido en
proscritos. No queda un solo refugio seguro en todo el reino.
—Ella... cambió,
Kalen —Elvia me miró, triste. —La Yodhart que yo conocí y de la que me enamoré
era una diosa risueña a la que le gustaba mezclarse con nosotros, crear bosques
misteriosos, hermosos lagos y brillantes aventuras con final feliz. Nos dejaba
autonomía para vivir y equivocarnos, pero siempre estaba dispuesta para ayudar.
Estaba muy ilusionada con la historia que estabas preparando sobre este mundo y
la inestable balanza entre el bien y el mal, pero la historia nunca llegaba y
comenzó a sentirse decepcionada. De un día para otro me dejó y desapareció sin
dar mayores explicaciones. Fue entonces cuando irrumpió Zhest con su horda y
comenzó el apocalip...
Las palabras de
Elvia fueron interrumpidas por un potente silbido.
—¡Es Sario! ¡Mirad,
nos están rodeando! ¡Corred!
Observé como Sario
nos hacía señas para que fuéramos hacia él. Orión me cogió como a un saco y
comenzó a correr. Elvia le acompañaba haciendo de escudo humano ante la lluvia
de flechas que aquel batallón de elfos ceniza nos había preparado como comité
de bienvenida. Azierius las repelía como podía con el bastón, pero la situación
nos estaba empezando a superar.
Cuando ya pensaba
que no lo contaríamos, me di cuenta de que la lluvia de flechas ya no era
unidireccional. Sario e Irina estaban dando cuenta de los elfos con una
extraordinaria precisión. Suspiré aliviado al ver como se batían en retirada,
diezmados. Me desplomé sobre la pequeña trinchera que habían improvisado y les
pedí unos segundos para recuperar el aliento.
Nadie contestó.
Entonces le vi. Azierius se movía despacio, con los ojos inyectados en sangre y
una sonrisa forzada, agitando en señal de irónico triunfo una flecha
ensangrentada, mientras la sangre manaba a borbotones de su cuello. Tras cinco
pasos cayó desplomado. Recogimos su cuerpo y preparamos una pira en silencio. Había
sido un día duro y el día siguiente no sería mejor…
Aún no había
amanecido cuando noté como me zarandeaba Orión.
—Shhh, despierta,
¡hemos de seguir camino, no podemos quedarnos aquí!
Me despabilé un
poco y miré a mi alrededor sin entender nada. Entonces los vi. Sario e Irina pendían
inertes, colgados de un árbol a unos cinco metros de altura. Tenía que ser una
broma. Miré a Orión con desconfianza y le pregunté por Elvia. De ella sí me
fiaba, pero aquel mastodonte podía resultar un problema y de si algo tenía
ganas era de escapar con vida. Lo cual, en ese momento, me parecía complicado.
—Esto tiene que ser
obra de Yodhart, Kalen. Es personal y no acabará hasta vernos a todos muertos y
con tu cabeza en una pica en su alfeizar. Ha perdido la cabeza, Kalen. Y es una
diosa…
Compungidos por la
enorme pérdida, continuamos la marcha, a sabiendas de que cumplir la misión se
había convertido en algo utópico. A mediodía, por fin, avistamos el palacio.
Como imaginábamos, nos aguardaba un hostil comité de bienvenida. Más de
trescientos goblins, una brigada de elfos ceniza, otra de orcos y dos dragones
de hueso. Orion desenfundó su impresionante espada de cristal de luna, decidido
a abrirnos hueco de la manera que fuera.
—A esta invita la
casa, amigo —dijo el grandullón, justo antes de lanzar un escalofriante grito y
lanzarse corriendo contra la turba de enemigos.
Elvia tuvo el
instinto de ir detrás de él, pero no quiso dejarme solo. Maldijo varias
veces pero aprovechó la feroz acometida de Orión para conseguir que nos
escabulléramos y traspasáramos milagrosamente las líneas enemigas. O casi. Cuando
estábamos a escasos veinte metros de palacio, un enorme dragón de hueso se
interpuso en nuestro camino.
Elvia me cogió de
las axilas y me lanzó por los aires. Me vi volando durante unos veinte metros y
acabé aterrizando en un carro de heno.
—¡Depende de ti,
Kalen! ¡Busca los cuadernos! Yo mantendré a raya a este cachorrito. Me adentré
en el palacio mientras veía como el dragón se lanzaba contra Elvia y clavaba
sus afiladas garras en su pecho.
Nada más entrar a
palacio, varios guardias me rodearon. Os aseguro que no resulta nada agradable
sentir el acero de cinco picas acariciándote la nuez.
—¡Llevadle a los
aposentos de la señora! —bramó el general.
Me llevaron a
rastras hasta la habitación principal y me soltaron en el suelo después de
darme algún que otro pescozón. Cuando levanté la mirada sentí un escalofrío.
Ante mí tenía a la diosa creadora de aquel universo, tan hermosa y perfecta
como ella se quisiera imaginar. Pero había llegado demasiado lejos.
—¡Nos traicionaste!
A toda tu gente, a los que te adoraban y te rezaban cada día. Pero esto se
acaba hoy. Entrégame los cuadernos.
Yodhart se acercó a
mí arrastrando aquellas telas de seda transparente que no daban mucho lugar a
la imaginación.
—Tú nos
abandonaste, querido. ¿Qué querías que hiciera? ¿Que mantuviera tus sueños
eternos de adolescente tardío? Hice lo que tenías que haber hecho tú hace mucho
tiempo.
—Y sabes que por
ello te estaré eternamente agradecido, mi dama.
Me quité la
camiseta del pijama y le mostré la estrella azul y los cuadernos que guardaba
debajo.
—¿Qué tal lo hice?
—Eres un gran actor,
aunque no pensaba que tuvieras tanta sangre fría.
—Mira y verás…
Me asomé a la
ventana y vi cómo los goblins disfrutaban desmembrando a Orion. Apenas si
quedaban unos veinte, pero estaban disfrutando de lo lindo. Elvia había vencido
al dragón, pero a un alto coste. Apenas podía moverse y varios orcos se
aproximaban hacia ella.
—¿Hubiera vencido,
sabes? Siempre lo hace, de una u otra manera. Es Elvia. O lo era…
Cogí el cuaderno y anoté su nombre. La oí gritar de dolor mientras se convertía en estatua de piedra. A continuación,
me desvestí y me tumbé en la alfombra junto a mi diosa, para hacer el
amor.
—Ya estoy en casa.
*******
http://plumakatty.blogspot.com/2018/12/origireto-creativo-edicion-2019.html
o en
http://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2018/12/reto-de-escritura-2019-origireto.html
Me parece un relato estupendo Kalen. Un mundo que reclama a su autor y asuntos que quedan zanjados. Me parece un universo genial y creo que era lo que necesitabas escribir ahora mismo. Me encantan los personajes y la lluvie de flechas y como pusiste los objetos ^^ la estatua de piedra ha quedado genial pero la verdad, la bicicleta la habría usado como arma mucho mejor que el monopatín xD Un abrazote y bien hecho :3 Espero que te ayude a retomar/cerrar/terminar asuntos y muchos animillos con eso.
ResponderEliminar.KATTY.
Zanjados de aquella manera, pero me gusta cono te expresas sin soltar spoiler, jeje. Tengo que pulir alguna palabra y estoy de acuerdo con lo de patinete y la bici, es lo que pasa cuando recortas y recortas XD. Mil gracias por leer y dos mil por comentar :)
EliminarBueno bueno ¿que te digo? que la historia comienza al más puro estilo Goosebumps, una peli que me encantó en su momento y me dió mucha envidia... Y que como has empezando introduciendo a personajes que conozco , me ha resultado muy fácil meterme en la historia. Incluso me ha parecido vislumbrar por ahí al espíritu del Principe Letargo, ese viejo amigo.
ResponderEliminarHay una frase que tu sabes que me encanta: caminaba por el aire sin pisar el suelo ¿De qué me sonará? Cuantos recuerdos hermosos Kalen...
Veo que los diálogos fluyen con soltura y que todo tu universo está en este relato y por eso me impacta tanto el final. Hasta me ha dolido un poco, yo también me he sentido un poco traicionada...solo espero que eso signifique que sus historias se cerrarán pronto y otras vendrán.
Es un gran relato, Kalen, y es una tremenda angustia la que me ha dejado con respecto a todo aquello...
No he visto Goosebumps así que por ahí no te puedo decir... solo que bien visto lo del Príncipe Letargo y que esta historia, obviamente, continuará...
EliminarHola!:
ResponderEliminarAl principio me he perdido un poco porque no estoy acostumbrada a leer fantasía. Luego ya me he dado cuenta de que son unos personajes que has creado tú, ¿verdad? Vuelven a pedirte ayuda para que los salves. Eso me ha parecido precioso y muy original :)
El final me ha gustado mucho. Así que ahora, antes de que te pase de verdad, tienes que seguir con esa historia y darles un buen final :)
Nos leemos!
La gracia de La Traición es que el verdadero traidor soy yo... jejeje, me apetecía ponerme en esa piel... aunque habrá segunda parte...
EliminarUna historia dentro de otra historia, bien efectuado el recurso, es una destreza en literatura fantástica ejercer el dominio del relato con los personajes abundantes, variopintos, muy originales y tan bien perfilados como tu lo haces. No suelo leer fantasía por lo que debería cambiar el chip, porque hay verdaderas historias y libros muy buenos, me gusta la historia que has escrito, está muy bien y no es fácil construir mundos tan subjetivos y genuinos, pero esta trama está reflejada de forma magnífica. El hecho de que el protagonista escriba la propia historia y ésta cobre vida transportándole a dicho escenario y haya un nudo, desenlace sofisticado y un final bonito dice mucho de tu estilo narrativo. Aprenderé a escribir fantasía, muchas gracias. Me lo he pasado muy bien, seguiré las otras partes.
ResponderEliminar