Bosque...

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miércoles, 25 de abril de 2012

Historias de madrugada: Confesión

Exprimiendo los últimos coletazos de abril, aquí os dejo mi última historia de madrugada, recuperando las buenas costumbres...

Confesión

Confieso que me encantas. Que desde el día en el que te conocí despertaste en mí sensaciones que creía perdidas para siempre. Que en tus ojos turquesa he visto mi corazón reflejado, transparente, atrapado en el tuyo…

Shhh, no, no digas nada, déjame contarte cómo me siento por esta vez, para que llegues a entender mi comportamiento cuando te tengo cerca. Permíteme que ponga palabras a esos silencios suspensivos que siempre nos acompañan. Concédeme esto, al menos, cinco minutos para regalarte mi verdad y luego márchate para siempre si es lo que deseas o acércate y déjate llevar...

Esto nunca ha sido fácil para mí, ya sabes, estar cara a cara frente a una mujer que te vuelve loco y dar ese paso al frente… poner las cartas sobre la mesa, afrontar las consecuencias por algo que siento que merece la pena. Sin refugios, sin rodeos, sin silencios incómodos.

Esa sonrisa, esa que me regalas cuando te susurro al oído mis historias más dulces o los poemas que me inspiras y te canto... muéstramela, sí, eso es, sonríe tímida pero cómplice. Pero no, preciosa, jeje, no me interrumpas ahora, creo saber lo que estás pensando, solo pretendo terminar mi alegato, controlemos por unos instantes nuestros instintos, primero quiero que te entre en la cabeza mi sentir, para que entiendas mis obsesiones.

Permíteme ser todo lo cursi que puedo llegar a ser, que me invente universos fantásticos donde el destino nos reúna una y otra vez. Que seas mi luna, mi viento y mi fuego, la esencia de mis palabras, la musa de mil leyendas… que tiemble cuando me miras, que me emocione cuando me cantas, que vibre cuando me tocas…

Confieso no solo que me encantas, sino que me pones…
Tu cuerpo… cuando noto tu cuerpo temblar ante mi contacto… yo también me estremezco… y siento como me recorre un escalofrío al saberte receptiva, me enciendo…, pero sigo encontrando esa barrera invisible entre nosotros que me impide lanzarme hacia ti y por eso este momento, para captar tu atención y derribar todos los muros, evitar todos los malos entendidos y que te sientas libre, sin ataduras, para elegir tu camino…

No me mires así, jeje, aunque no te lo parezca estoy hecho un flan. Sé que estás intrigada y probablemente algo asustada y sorprendida tras esta mi más dulce confesión, pero no conozco un mejor camino para tenerte en mis brazos… Todos estos días que hemos pasado juntos en la cabaña me han hecho reflexionar sobre los errores cometidos por ambos, derivados seguramente de nuestra falta de comunicación.

Ya perdoné tus agudas mofas sobre mi incapacidad sexual, que aunque no me tomara muy en serio por tu tono, confuso y desesperado, sí que en un principio me produjeron cierto desasosiego y desazón. Espero que tú también hayas terminado por conocerme y aceptarme, tras haber sido mi invitada especial durante estas semanas. Siento las marcas de tus ataduras, en unos días desaparecerán para siempre, pero quería que me conocieras, que viajaras conmigo a Estocolmo… y hacer una nueva vida: tú, yo y el universo a nuestros pies…

Ahora es tu momento, eres libre de elegir entre el camino de baldosas amarillas hacia éste tu mago que te aguarda o darte la vuelta y regresar a tu vida anterior. No temas las consecuencias, carpe diem, este dardo que apunto hacia mi pecho es solo el camino más rápido para hallarte eternamente, si es que he de esperar a la otra vida para encontrar mi fortuna.

Me estremezco mientras siento como te acercas, me depositas un tímido pero tierno beso en la mejilla y me das las gracias temblando, con ese océano de aguas cristalinas alrededor de tus pupilas en el que me pierdo una vez más… hasta observar como retrocedes lentamente sin dejar de perderme la mirada, te das la vuelta y sales corriendo...

Es entonces cuando detengo mi corazón con un giro de muñeca y a duras penas me acerco hasta ti, sintiéndome ligero, como un alma etérea, casi levitando. Tomando en mis brazos tu cuerpo aún caliente observo como el dardo sobresale por tu pecho atravesando el pezón, tu sangre cálida en mis manos mientras acerco el rostro a tus senos, para escuchar los últimos latidos de mi vida… soy libre de nuevo, para encontrar mi camino…

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