Bosque...

Bosque...

martes, 28 de febrero de 2023

Chasquido (Relato de febrero para Estrellas de Tinta 2023)

Este es el segundo relato para el reto #EstrellasDeTinta2023, podéis encontrar las bases del reto de escritura de este año aquí:

https://plumakatty.blogspot.com/2022/12/reto-de-escritura-creativa.html

AVISOS DE CONTENIDO (TW):

2- Violencia explicita (gore, contenido sangriento, maltrato, maltrato animal).
3- Violencia sexual (abusos, violación o menciones). 

De los TW el más relevante es el 2, el 3 es apenas una mención.

Chasquido



—¿Ángel, cariño, qué quieres ser de mayor?

—Superhéroe, mamá, de mayor quiero ser superhéroe. Como papá.

—... claro que sí, cariño, serás lo que quieras ser. Te amo.

—Te quiero, mami.


Superhéroe como papá. Como ese desgraciado que nos abandonó cuando estaba embarazada de siete meses de mi Ángel, ese mismo que me dejó con una deuda imposible en préstamos que jamás firmé y que me hizo trabajar a doble turno durante toda la juventud de mi hijo, convertido por fortuna en uno más del local donde trabajaba por las tardes de camarera. Allí, entre copas, humo y gente variopinta creció mi tesoro y en ese mismo lugar me preguntó cierto día por su padre. No me quedó otra que improvisar, no podía contarle que su padre era un golfo estafador que había acabado en una cuneta dos años atrás a raíz de un ajuste de cuentas. Así que le dije que su padre era un superhéroe y que nos había dejado por un tiempo para participar en una misión intergaláctica de la que dependía el futuro de la humanidad, pues aquello hacían los héroes. 


Sin embargo, aquella mentirijilla se convirtió en obsesión para él. Se convirtió en un obseso de los comics de superhéroes y estaba convencido de que, siendo su padre un superhéroe, en algún momento de su vida surgiría ese poder especial que marcaría la diferencia en su vida y nos sacaría de la miseria. Según creció y fue un niño más independiente, dejó de venir al bar por las tardes y en su lugar acudía a la biblioteca municipal a leer historias de sus superhéroes favoritos. Spiderman, Daredevil, Ironman, Hulk, Superman, X Men, Ángel devoraba esas historias e intentaba probar en sí mismo aquellos poderes que tenían los demás. Sí, algún susto me dio al principio, pero tras dos fracturas y la amenaza de prohibirle volver a acudir a la biblioteca si reincidía en sus locos experimentos, parece que el sentido común regresó y mis preocupaciones desaparecieron.


Hasta el día que encontró la caja. Yo ni recordaba que estaba ahí. Gabriel siempre me había hablado de su caja de los tesoros, pero nunca me había llamado la atención y cuando se fue de la noche a la mañana, acabó en el trastero junto a una ATARI2000 y El Imperio Cobra, las típicas cosas que sabía que en un momento determinado podrían hacerle regresar para reclamarlas. Y ya de paso ver a su hijo. Eso sí, ya desde el depósito resultaba un poco difícil. Disculpad mi humor negro, pero el cabrón lo merece.


Pero vayamos a la caja. Ángel me la enseñó curioso y se puso a rebuscar y a hacerme preguntas sobre su contenido, del que no tenía ni idea. Un collar, una pulsera, un par de cartas, alguna factura, un cuaderno diminuto de esos que se leen con lupa, tarjetas de visita y unos cuantos dibujos era todo lo que había en la caja. Menudos tesoros. Sin embargo, uno de esos dibujos llamó la atención de mi hijo. Se trataba de un dibujo de una especie de superhéroe con antifaz y ropa de colores vivos que aparentemente se llamaba Capitán Chasquido. El personaje tenía cierto parecido a Gabriel, el padre de Ángel. No tenía ni idea de su afición por los cómics, en los cinco años que habíamos estado juntos jamás le había visto leer ninguno.

—¿Cuál era el superpoder de papá? ¿Qué pasaba cuando chascaba los dedos?

—Es solo un dibujo, hijo, la realidad es que…

—Mamá, ya sé que estás resentida porque nos abandonó, pero este dibujo tiene que ser una señal, es mi herencia y quiero saber cómo funciona.

A continuación, Ángel chascó los dedos, pero no pasó nada. Puso cara de concentración y chascó los dedos, pero tampoco pasó nada. Ni se encendía la luz, ni se teletransportaba ni era capaz de volar. Nada de nada.

Así que siguió rebuscando en la caja de tesoros, leyendo esas cursis cartas de amor adolescente de su padre hacia otras personas que no eran su madre, contemplando alguna foto, buscando cualquier indicio que le pudiera llevar a descubrir cuál era la fuente de ese poder y si podría llegarle a él.

Y de esa forma llegó al cuaderno diminuto. Con una infinita paciencia y la lente del móvil al máximo, fue leyendo y transcribiendo la información que allí se relataba y que hacía referencia al Capitán Chasquido. Allí descubrió asombrado la magnitud de ese poder y descubrió que había tres poderes diferentes de chasqueadores. Estaba el chasqueador viajero, que te permitía viajar al lugar donde se fijara tu mente con tan solo chascar los dedos. El chasquido de la fortuna te multiplicada el billete que tuvieras entre tus manos con tan solo desearlo y hacer el gesto. Y por último estaba el chasquido del corazón… del que no había más información. 

Ángel se puso a hacer el mono chascando los dedos mientras cerraba los ojos, probando ambas manos, viendo tutoriales en Youtube de como chascar correctamente, pero nada ocurría. Lejos de sentirse ridículo, cogió un billete de diez euros y probó a chascar de nuevo los dedos, sin ningún resultado. Solo quedaba el del corazón, que no tenía ni idea de como funcionaba.

En la televisión, la guerra de Ucrania acaparaba los informativos. El presidente ruso se jactaba ante los suyos del éxito del último ataque. Enfurecido con las noticias de guerra y miseria en el mundo y frustrado por su fracaso en el descubrimiento de sus poderes, Ángel chascó los dedos con la mirada fija en la pantalla. Suspiré. Obviamente, no ocurrió nada.

Horas más tarde, los informativos detenían el concurso de la tarde para indicar que el Presidente Putov había fallecido de un inesperado infarto al corazón. Ángel y yo cruzamos la mirada, ojipláticos. No podía ser, ¿no?

Ángel apagó la televisión y se puso a mirar el móvil. 

—¿Qué buscas, cariño?

—Dictadores, mamá. Es hora de cambiar el mundo.

— ¿De verdad crees qué…?

—Lo veremos en un rato —dijo, mientras observaba la imagen de un conocido asesino confeso.

En las noticias de la noche, abrían los informativos con un largo despliegue acerca de la inesperada muerte del dirigente ruso, teorías de la conspiración, espionaje y demás y enlazaban el reportaje con la noticia de que había fallecido por el mismo motivo Faustino Quintanilla, el asesino de la escalera. 

— Hijo, no puedes hacer eso, está mal. La justicia…

— Mamá, por fin podemos tener un mundo justo, libre de gente mala. Es mi responsabilidad. Ya he encontrado mi camino. 

Y tras decir esto, cogió su mochila y salió por la puerta sin decirme nada más. Fue la última vez que lo vi hasta hoy.

Al principio, sentí mucho miedo. El hecho de que desaparezca del mundo gente tan poderosa, con tantas influencias y fieles seguidores, puede desatar guerras. Pero como ocurría en casi cada país, nadie encontraba una solución lógica ni la forma de combatirlo.

Al principio fueron solo políticos, militares, curas pedófilos y delincuentes con delitos de sangre. Pero después me empecé a preocupar. Empezó a morir gente en los coches, ciclistas, transeúntes, camellos, ejecutivos. Mi hijo se había convertido en un justiciero supervillano. Atraído por el poder de las cámaras y la necesidad de calor y reconocimiento, concedió un reportaje a la prensa en un lugar secreto donde se mostró con un traje bastante ridículo en el que se podía leer Cpt. y un dibujo de unos dedos chasqueando. Allí, no tuvo problemas en revelar su nombre y amenazó a cualquiera que tuviera un comportamiento indebido que llegara a sus oídos con acabar con su vida. Se abrió un canal de Twitch que tuvo un gran éxito. Hay que indicar que la mayoría de la gente no lo tomaba en serio, era imposible que alguien poseyera un poder tan absurdo y los investigadores que habían estudiado las muertes casuales no habían conseguido determinar la conexión entre Ángel y sus víctimas.  

Sin embargo, a mí todo aquello me parecía aterrador. Mi hijo había perdido totalmente el control y nadie, salvo yo, sería capaz de reconducirle. 

Le llamé y le conté cuánto le echaba de menos. Le pedí que volviera a casa pero dijo que era tarde, que su proyecto solo acababa de comenzar. Estaba trabajando en la forma de ampliar su chasquido y había contactado con un par de mecenas que le habían prometido todos los recursos que requiriera para poder ejecutar su fin. A pesar de eso, conseguí que viniera a comer a casa. Le preparé sus macarrones favoritos y estuvimos hablando un buen rato de anécdotas de su infancia y de lo duro que había sido para ambos. Alguna lágrima se nos escapó. Él me abrazó y me entregó unas llaves. 

—De tu nuevo apartamento, mamá. Se acabó lo de trabajar. Ahora yo cuidaré de ti.

Las lágrimas inundaron mis mejillas, mientras besaba a mi Ángel. También continué llorando cuando las piernas empezaron a flaquearle, fruto del líquido paralizante que había ingerido. Cuando despertó, todo había cambiado. Estaba tumbado en la cama de su habitación, pero observó aterrorizado que no tenía manos. Para asegurarme de que no me arrepentiría, las había tirado al contenedor junto al resto de basura. 

Conseguí a duras penas cauterizar la hemorragia. Supongo que no era tan buena buscando en Youtube como mi hijo y no son cosas que le puedas pedir de favor al vecino. 

De hecho, la hemorragia parecía fatal. Contemplé las lágrimas en sus ojos, mis manos ensangrentadas apartando rápidamente sus muñecas cortadas de él y escondiendo el serrucho, mientras me invadía su expresión de terror e incomprensión y se me partía el alma. 

—Mamá, ¿qué has hecho? ¿Por, por…, por qué?

—Ese no eras tú, mi niño. Te habías convertido en un monstruo, un asesino por capricho. Alguien tenía que detenerte.

—Entiendo mamá y lo siento…

—Más lo siento yo, cariño, antes me hubiera muerto que hacerte daño, pero esto trascendía más allá de ti y de mí.

—Así es mamá y por eso te digo que lo siento…


Y mirándome fijamente, chasqueó los pies.

-----

Epílogo: Yo ya no estoy con vosotros, no tenéis ángel de la guarda, así que vigilad lo que hacéis. Nunca escribáis “preveer”, ni pongáis tilde en “ti”, olvidad la palabra “aperturar” y poned los intermitentes en carretera. Respetad los pasos de cebra y no aparquéis en las rotondas ni en doble fila. Si hacéis eso y no cometéis ningún delito, quizás disfrutéis de una vida larga y próspera. Si no, tened cuidado si veis que alguien sin manos se os queda mirando… clac.


FIN




Objetivos de febrero


Principal: 4-Crea un súper poder y dáselo a alguien cualquiera para crear un relato surrealista.

Secundario 1: 20- Escribe sobre alguien con las manos manchadas de sangre.

Secundario 2: 25- Escribe sobre una buena acción que termina mal.


Y aquí la pegatina:









Reflexión (microrrelato de febrero para Estrellas de Tinta 2023)

 Aquí os dejo mi microrrelato de febrero del reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta2023 creado por @MUSAJUE. En esta ocasión, está inspirado en el gran relato de Javier (@JaviWrt) titulado Los velos de la historia, que recomiendo leer y disfrutar antes de leer este micro. Lo podéis leer en el enlace siguiente:

https://incendiodelalma.blogspot.com/2023/02/los-velos-de-la-historia.html?sc=1677536454130#c6353175099147066106

¡¡OJO!! EL microrrelato contiene Trigger Warnings - Avisos de contenido sensible, aunque no sea de forma explícita. Como puede resultar spoiler, los pongo al final del texto y a distinto color por si alguien los considera relevantes. 


Reflexión

Cierro la revista, pensativo. Aquel artículo sobre los velos de la historia me ha dado qué pensar. Las notas del piano del ático de aquel lujoso hotel sosiegan mi mente, que navega entre reflexiones absurdas. Sobre la vacuidad de nuestros logros, lo injusta y caprichosa que es la historia con unas y otros. ¿Cuánto me queda de vida? ¿Cuarenta, cuarenta y cinco años con suerte, si la salud me respeta? Y después, ¿qué? ¿De qué servirán todos mis logros, mis éxitos? ¿Cómo se recordarán las guerras mundiales? ¿A quién atribuirán la creación de internet? Quizá a Skynet. ¿Se considerará música clásica al reggaeton? Qué miedo. La rueda de la vida no para, nos aferramos a lo más sencillo y seguimos adelante. Necesitamos referentes.  Somos un grano de arena en la inmensidad del Sahara. Un grano capaz de negar la existencia del holocausto o justificar masacres por cuestiones divinas. Lo que hoy día es pensamiento reducido, quizás mañana sea dogma. Ese concepto me aterra. Me asomo al balconcillo para respirar y escucho un tumulto de gente en la plaza. Cierro los ojos, doy un par de pasos y extiendo las manos… Siento la caricia de la brisa en mis mejillas. Y una paz inusitada, mientras mis cien kilos de peso impactan brutal e inesperadamente sobre el cuerpo de un aterrorizado Vladimir. Bendito Newton. Espero, aunque no con mucha fe, que me recuerden.


Trigger Warning: 4- Suicidio (o mención).