Bosque...

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viernes, 31 de marzo de 2023

El último viaje (Relato de marzo para Estrellas de Tinta 2023)


Este es el tercer relato para el reto #EstrellasDeTinta2023, podéis encontrar las bases del reto de escritura de este año aquí:

https://plumakatty.blogspot.com/2022/12/reto-de-escritura-creativa.html

Este relato no tiene trigger warning pero puede resultar duro para algunas personas. 

El último viaje



Aún no he logrado asimilarlo. Devoramos kilómetros en mi coche, en dirección sur, con la música de fondo y sin apenas intercambiar palabras. Ella me mira y posa su mano sobre mi pierna, que tiembla. Sabe que eso me calma. Me siento como en una nebulosa, extraño, como si me estuviera viendo desde fuera de mí. Y revivo un dolor que ya conozco demasiado bien, ese que me arranca las lágrimas sin que surja metáfora alguna, el que desgarra mi alma sin preguntar. Y llegamos tarde, días tarde, semanas tarde, una puta vida tarde. Si me conoces sabrás que eso me puede, no soy de los que llegan tarde, soy de los que esperan. Pero el destino no espera. Te arranca de cuajo aquello que das por hecho que va a estar a tu lado toda la vida. Un amigo, un amor, tu familia, tus mascotas. Algún día seré yo, pero no hay afán. 


Así que allá vamos, a mi Málaga querida, el lugar que tantas veces he visitado y que tan poco conozco, haciendo de Mahomas en busca de la montaña, pero lejos de ser profetas, sino almas perdidas que vagabundean en un sueño imaginario y agridulce. Dulce por los recuerdos compartidos, por las charlas escasas pero memorables que mantuvimos, por la satisfacción de haberte podido dejar claro en vida lo mucho que te admiraba y lo mucho que valías.


En mi mente aflora un recuerdo del año pasado, haciendo ese mismo trayecto de forma precipitada, con la garganta llenas de lágrimas y recuerdos que no me podía permitir sacar. Ahora es un viaje de dos y sé que ella me consuela, que en lo poco que le conocía también llegó a apreciarle y valorarle y así es más fácil compartir la carga. 


Terminó su baile con una sonrisa, por todo lo alto. Aquel día se le leía ilusionado. Ilusionado con sus pasiones, con la escritura, con el baile, con sus plantas…


En el coche suenan Los Secretos e inevitablemente recuerdo aquel relato del verano del 21 que inspiró en la canción “Qué solo estás”. Derrochaba sensibilidad y melancolía por cada poro de su ser. Ojalá la gente hubiera visto lo que nosotros veíamos en él. Pero, aunque tuviera el corazón magullado, su ilusión por la vida estaba intacta. Nos contó una vez, no hace mucho, que él escribía para relajarse y sentirse feliz, para vivir cosas que ya no podía vivir o nunca pudo vivir. Eso es lo bonito de la escritura, que te permite momentos imposibles.


Ahora mi mente solo quiere viajar a sus historias, sumergirse en su melancolía, en sus bellas historias de fareros y sirenas, en sus robots y entres sobrenaturales, entre gigantas y aventuras imposibles. Y me siento como Don Quijote mientras devoro la mancha a 120 kilómetros por hora, viendo en esos hermosos molinos a las gigantes que le rechazaban.


Llegamos a media tarde a la ciudad. ¿Cuál es el plan? No hay plan. En realidad no sabemos gran cosa de su vida personal. Deambulamos por la ciudad y acabamos en la playa de la Butibamba, caminando por la arena cuando el sol está cerca de ponerse. Nos sentamos junto a la orilla a contemplar la puesta de sol sobre el mar, regalándonos ese momento de paz después de una jornada tan agotadora. Me abraza y me besa y me siento realmente afortunado. Pero triste. Nos vamos a un hostal a pasar la noche y a la mañana nos dirigimos a su casa. Por supuesto, no tenemos ni idea de dónde vivía. Recorro las calles de su pueblo susurrando su nombre y el viento me dirige, ahora a la derecha, ahora a la izquierda, hasta que llego a una vivienda cuyo balcón está lleno de luz y color por las flores y plantas. Es un pequeño vergel. Sabemos que hemos llegado. Está claro que no hay ninguna intención de molestar a su familia, así que simplemente sacamos nuestro termo y nos sentamos sobre la acera a tomarnos con él el café que le habíamos prometido. Permanecemos charlando un par de horas, recordando los buenos momentos pasados, sus correcciones, su formalidad y su particular forma de ver la vida, los buenos momentos de años anteriores con Random, Yarcko, Katty, Isabel, Erica, etc., su inocente picardía, su novela, etc. etc. Bueno, más que una charla es un monólogo, pero dadas las circunstancias tampoco podemos pedir mucho más. Además él siempre respetó mi humor. Cuando nos vamos a marchar, observo que bajo su balcón hay una pequeña planta que se ha debido caer a causa del viento o de algún gato. Parece una planta de judías. Eso me suena mucho a él. Con mucho mimo, llenamos el termo con un poco de agua y tierra y sumergimos momentáneamente allí la plantita, hasta que podemos hacernos con un tiesto en condiciones. Miro a mi chica con cara de corderito y me dice que por supuesto, que nos la llevamos y que ella se encargará de cuidarla. Menos mal, porque si por algo se me conoce es por mi poca habilidad para mantener con vida a una criatura del reino vegetal, ya sea un cactus. Tras darle un largo abrazo y con lágrimas en los ojos, nos despedimos de aquella casa que decidimos que fuera la suya y nos encaminamos al coche para emprender el retorno. 


El viaje de vuelta es bastante sorprendente. La lista musical aleatoria nos lleva desde cantautores hasta pop español, pero en cierto momento, tras sonar "Ojos de Gata", mi chica me llama la atención insólita, para decirme que una hoja de la plantita se ha movido. 


—¿Cómo va a ser eso?— le digo, sin perder la vista del camino.

—Llámame loca, pero me pareció que agachaba la hoja superior, mi amor.


El spotify se vuelve un poco firulais y pasa de Los Secretos a Strauss. Me gusta la música clásica, pero me resulta extraño que elija un Vals, yo soy más de Chopin. Después de esa canción, suena una polca y después, una bachata y una salsa. 


—Te juro que esto está bailando, mi vida.


No puedo menos que sonreír.


Cuando llegamos a casa, plantamos a la criatura en el patio trasero. Se siente pequeñita en medio de los rosales y el cerezo, pero percibo que aquel es un buen lugar para ella.


En pocas semanas, la planta ha crecido casi un metro y luce espléndida en el patio. Si fuera posible, se diría que se le ve feliz. 


Me gusta sentarme en el columpio que está junto al jardín, a escasos dos metros de la planta y contarle las historias de mi amigo y las del resto de gente del reto. Cada vez que le narro un relato, crece como un par de centímetros más. 


Al final tenemos que trasladarla a una parcela más grande y le sigo contando y contando historias, cada momento que tengo libre. La planta no para de crecer y llega un momento en el que no se ve el fin. Es extremadamente gruesa y sus hojas tienen forma de escalinata.


Así que un buen día opto por vencer a mis miedos a la altura y subir por la planta para ver hasta donde llega. Permanezco horas, quizá días, subiendo, en pos de mi intuición, hasta que me doy cuenta de que me hallo sobre las nubes. La planta se extiende en dirección norte hasta llegar a una enorme criatura, a la que envuelve como si la abrazara. Dios mío, ¡es una giganta!


La giganta acaricia la planta con lágrimas en los ojos. 


—Lo siento— gimotea. —No es justo, tú no, no sabes lo que me arrepentí. Jamás te dejaré.


Me mira y me hace un gesto entre intimidante y afirmativo que tengo claro desde el principio. Chasquea los dedos y como por arte de magia aparezco en la parte inferior de la planta, de nuevo en la tierra. La planta, sin embargo, asciende lentamente, abandonando la tierra.


Comprendo que es el momento de separarnos. Llamo a mi chica y nos despedimos de ella, o quizá sea mejor decir de él, con lágrimas en los ojos. No sé si es posible o fruto de imaginación, pero juraría que sonrió.

Dicen que en ese parque, en noches nubladas se escuchan bachatas y vals en el cielo y que cuando retruena es la gigante intentando aprender el compás.

Sé feliz, compañero. Te echaremos de menos.


     FIN


En memoria de Juan Cuquejo, maravillosa persona que nos dejó el 17 de marzo de 2023.


Los objetivos elegidos son el 10,23 y 33. Hacer un relato en el que yo sea uno de los personajes, el de la reencarnación y el que dos personas estén de viaje.


Pegatina del mes:




In memoriam (microrrelato de marzo para Estrellas de TInta 2023)

Este microrrelato está inspirado en el relato de Juan, @sinciforma, llamado "Amor sintético", último publicado por él, en febrero, para el reto Estrellas de Tinta, reto de escritura creado por @MUSAJUE. Estarás siempre con nosotros, amigo. Lo podéis leer aquí:

https://sinciforma.blogspot.com/2023/02/estrellasdetinta2023-amor-sintetico.html

TW: Violencia, lenguaje inapropiado


In memoriam 


La vida no nos prepara para estos momentos. Por mucha formación y apoyo psicológico que te proporcionen, en momentos de tensión a veces no reaccionamos como se debería. Somos seres pasionales. Y a veces esos impulsos hacen que no nos comportemos como deberíamos. Y, en mi caso, arrebate una vida. Aunque sea de metal. Observo la masa de líquido viscoso que brota del rostro desfifurado de Irene y contemplo el rostro desencajado y desesperado de su dueño. Ese maldito imbécil desmemoriado. Ese patético ser que se atrevió a rechazarme. Si tan solo me hubiera atendido cuando le escribí en la aplicación. El cabrón me bloqueó y se dio de baja por la pelandusca esa. Le habría hecho feliz el 94,3% de los días. Ahora las probabilidades se reducían al 0,17%. Los días en los que, invadido de su melancolía, recordaría los momentos con LA OTRA. A la mierda. Poner nombre a un puto robot. Bah. Como si a mí me hiciera falta...



martes, 28 de febrero de 2023

Chasquido (Relato de febrero para Estrellas de Tinta 2023)

Este es el segundo relato para el reto #EstrellasDeTinta2023, podéis encontrar las bases del reto de escritura de este año aquí:

https://plumakatty.blogspot.com/2022/12/reto-de-escritura-creativa.html

AVISOS DE CONTENIDO (TW):

2- Violencia explicita (gore, contenido sangriento, maltrato, maltrato animal).
3- Violencia sexual (abusos, violación o menciones). 

De los TW el más relevante es el 2, el 3 es apenas una mención.

Chasquido



—¿Ángel, cariño, qué quieres ser de mayor?

—Superhéroe, mamá, de mayor quiero ser superhéroe. Como papá.

—... claro que sí, cariño, serás lo que quieras ser. Te amo.

—Te quiero, mami.


Superhéroe como papá. Como ese desgraciado que nos abandonó cuando estaba embarazada de siete meses de mi Ángel, ese mismo que me dejó con una deuda imposible en préstamos que jamás firmé y que me hizo trabajar a doble turno durante toda la juventud de mi hijo, convertido por fortuna en uno más del local donde trabajaba por las tardes de camarera. Allí, entre copas, humo y gente variopinta creció mi tesoro y en ese mismo lugar me preguntó cierto día por su padre. No me quedó otra que improvisar, no podía contarle que su padre era un golfo estafador que había acabado en una cuneta dos años atrás a raíz de un ajuste de cuentas. Así que le dije que su padre era un superhéroe y que nos había dejado por un tiempo para participar en una misión intergaláctica de la que dependía el futuro de la humanidad, pues aquello hacían los héroes. 


Sin embargo, aquella mentirijilla se convirtió en obsesión para él. Se convirtió en un obseso de los comics de superhéroes y estaba convencido de que, siendo su padre un superhéroe, en algún momento de su vida surgiría ese poder especial que marcaría la diferencia en su vida y nos sacaría de la miseria. Según creció y fue un niño más independiente, dejó de venir al bar por las tardes y en su lugar acudía a la biblioteca municipal a leer historias de sus superhéroes favoritos. Spiderman, Daredevil, Ironman, Hulk, Superman, X Men, Ángel devoraba esas historias e intentaba probar en sí mismo aquellos poderes que tenían los demás. Sí, algún susto me dio al principio, pero tras dos fracturas y la amenaza de prohibirle volver a acudir a la biblioteca si reincidía en sus locos experimentos, parece que el sentido común regresó y mis preocupaciones desaparecieron.


Hasta el día que encontró la caja. Yo ni recordaba que estaba ahí. Gabriel siempre me había hablado de su caja de los tesoros, pero nunca me había llamado la atención y cuando se fue de la noche a la mañana, acabó en el trastero junto a una ATARI2000 y El Imperio Cobra, las típicas cosas que sabía que en un momento determinado podrían hacerle regresar para reclamarlas. Y ya de paso ver a su hijo. Eso sí, ya desde el depósito resultaba un poco difícil. Disculpad mi humor negro, pero el cabrón lo merece.


Pero vayamos a la caja. Ángel me la enseñó curioso y se puso a rebuscar y a hacerme preguntas sobre su contenido, del que no tenía ni idea. Un collar, una pulsera, un par de cartas, alguna factura, un cuaderno diminuto de esos que se leen con lupa, tarjetas de visita y unos cuantos dibujos era todo lo que había en la caja. Menudos tesoros. Sin embargo, uno de esos dibujos llamó la atención de mi hijo. Se trataba de un dibujo de una especie de superhéroe con antifaz y ropa de colores vivos que aparentemente se llamaba Capitán Chasquido. El personaje tenía cierto parecido a Gabriel, el padre de Ángel. No tenía ni idea de su afición por los cómics, en los cinco años que habíamos estado juntos jamás le había visto leer ninguno.

—¿Cuál era el superpoder de papá? ¿Qué pasaba cuando chascaba los dedos?

—Es solo un dibujo, hijo, la realidad es que…

—Mamá, ya sé que estás resentida porque nos abandonó, pero este dibujo tiene que ser una señal, es mi herencia y quiero saber cómo funciona.

A continuación, Ángel chascó los dedos, pero no pasó nada. Puso cara de concentración y chascó los dedos, pero tampoco pasó nada. Ni se encendía la luz, ni se teletransportaba ni era capaz de volar. Nada de nada.

Así que siguió rebuscando en la caja de tesoros, leyendo esas cursis cartas de amor adolescente de su padre hacia otras personas que no eran su madre, contemplando alguna foto, buscando cualquier indicio que le pudiera llevar a descubrir cuál era la fuente de ese poder y si podría llegarle a él.

Y de esa forma llegó al cuaderno diminuto. Con una infinita paciencia y la lente del móvil al máximo, fue leyendo y transcribiendo la información que allí se relataba y que hacía referencia al Capitán Chasquido. Allí descubrió asombrado la magnitud de ese poder y descubrió que había tres poderes diferentes de chasqueadores. Estaba el chasqueador viajero, que te permitía viajar al lugar donde se fijara tu mente con tan solo chascar los dedos. El chasquido de la fortuna te multiplicada el billete que tuvieras entre tus manos con tan solo desearlo y hacer el gesto. Y por último estaba el chasquido del corazón… del que no había más información. 

Ángel se puso a hacer el mono chascando los dedos mientras cerraba los ojos, probando ambas manos, viendo tutoriales en Youtube de como chascar correctamente, pero nada ocurría. Lejos de sentirse ridículo, cogió un billete de diez euros y probó a chascar de nuevo los dedos, sin ningún resultado. Solo quedaba el del corazón, que no tenía ni idea de como funcionaba.

En la televisión, la guerra de Ucrania acaparaba los informativos. El presidente ruso se jactaba ante los suyos del éxito del último ataque. Enfurecido con las noticias de guerra y miseria en el mundo y frustrado por su fracaso en el descubrimiento de sus poderes, Ángel chascó los dedos con la mirada fija en la pantalla. Suspiré. Obviamente, no ocurrió nada.

Horas más tarde, los informativos detenían el concurso de la tarde para indicar que el Presidente Putov había fallecido de un inesperado infarto al corazón. Ángel y yo cruzamos la mirada, ojipláticos. No podía ser, ¿no?

Ángel apagó la televisión y se puso a mirar el móvil. 

—¿Qué buscas, cariño?

—Dictadores, mamá. Es hora de cambiar el mundo.

— ¿De verdad crees qué…?

—Lo veremos en un rato —dijo, mientras observaba la imagen de un conocido asesino confeso.

En las noticias de la noche, abrían los informativos con un largo despliegue acerca de la inesperada muerte del dirigente ruso, teorías de la conspiración, espionaje y demás y enlazaban el reportaje con la noticia de que había fallecido por el mismo motivo Faustino Quintanilla, el asesino de la escalera. 

— Hijo, no puedes hacer eso, está mal. La justicia…

— Mamá, por fin podemos tener un mundo justo, libre de gente mala. Es mi responsabilidad. Ya he encontrado mi camino. 

Y tras decir esto, cogió su mochila y salió por la puerta sin decirme nada más. Fue la última vez que lo vi hasta hoy.

Al principio, sentí mucho miedo. El hecho de que desaparezca del mundo gente tan poderosa, con tantas influencias y fieles seguidores, puede desatar guerras. Pero como ocurría en casi cada país, nadie encontraba una solución lógica ni la forma de combatirlo.

Al principio fueron solo políticos, militares, curas pedófilos y delincuentes con delitos de sangre. Pero después me empecé a preocupar. Empezó a morir gente en los coches, ciclistas, transeúntes, camellos, ejecutivos. Mi hijo se había convertido en un justiciero supervillano. Atraído por el poder de las cámaras y la necesidad de calor y reconocimiento, concedió un reportaje a la prensa en un lugar secreto donde se mostró con un traje bastante ridículo en el que se podía leer Cpt. y un dibujo de unos dedos chasqueando. Allí, no tuvo problemas en revelar su nombre y amenazó a cualquiera que tuviera un comportamiento indebido que llegara a sus oídos con acabar con su vida. Se abrió un canal de Twitch que tuvo un gran éxito. Hay que indicar que la mayoría de la gente no lo tomaba en serio, era imposible que alguien poseyera un poder tan absurdo y los investigadores que habían estudiado las muertes casuales no habían conseguido determinar la conexión entre Ángel y sus víctimas.  

Sin embargo, a mí todo aquello me parecía aterrador. Mi hijo había perdido totalmente el control y nadie, salvo yo, sería capaz de reconducirle. 

Le llamé y le conté cuánto le echaba de menos. Le pedí que volviera a casa pero dijo que era tarde, que su proyecto solo acababa de comenzar. Estaba trabajando en la forma de ampliar su chasquido y había contactado con un par de mecenas que le habían prometido todos los recursos que requiriera para poder ejecutar su fin. A pesar de eso, conseguí que viniera a comer a casa. Le preparé sus macarrones favoritos y estuvimos hablando un buen rato de anécdotas de su infancia y de lo duro que había sido para ambos. Alguna lágrima se nos escapó. Él me abrazó y me entregó unas llaves. 

—De tu nuevo apartamento, mamá. Se acabó lo de trabajar. Ahora yo cuidaré de ti.

Las lágrimas inundaron mis mejillas, mientras besaba a mi Ángel. También continué llorando cuando las piernas empezaron a flaquearle, fruto del líquido paralizante que había ingerido. Cuando despertó, todo había cambiado. Estaba tumbado en la cama de su habitación, pero observó aterrorizado que no tenía manos. Para asegurarme de que no me arrepentiría, las había tirado al contenedor junto al resto de basura. 

Conseguí a duras penas cauterizar la hemorragia. Supongo que no era tan buena buscando en Youtube como mi hijo y no son cosas que le puedas pedir de favor al vecino. 

De hecho, la hemorragia parecía fatal. Contemplé las lágrimas en sus ojos, mis manos ensangrentadas apartando rápidamente sus muñecas cortadas de él y escondiendo el serrucho, mientras me invadía su expresión de terror e incomprensión y se me partía el alma. 

—Mamá, ¿qué has hecho? ¿Por, por…, por qué?

—Ese no eras tú, mi niño. Te habías convertido en un monstruo, un asesino por capricho. Alguien tenía que detenerte.

—Entiendo mamá y lo siento…

—Más lo siento yo, cariño, antes me hubiera muerto que hacerte daño, pero esto trascendía más allá de ti y de mí.

—Así es mamá y por eso te digo que lo siento…


Y mirándome fijamente, chasqueó los pies.

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Epílogo: Yo ya no estoy con vosotros, no tenéis ángel de la guarda, así que vigilad lo que hacéis. Nunca escribáis “preveer”, ni pongáis tilde en “ti”, olvidad la palabra “aperturar” y poned los intermitentes en carretera. Respetad los pasos de cebra y no aparquéis en las rotondas ni en doble fila. Si hacéis eso y no cometéis ningún delito, quizás disfrutéis de una vida larga y próspera. Si no, tened cuidado si veis que alguien sin manos se os queda mirando… clac.


FIN




Objetivos de febrero


Principal: 4-Crea un súper poder y dáselo a alguien cualquiera para crear un relato surrealista.

Secundario 1: 20- Escribe sobre alguien con las manos manchadas de sangre.

Secundario 2: 25- Escribe sobre una buena acción que termina mal.


Y aquí la pegatina:









Reflexión (microrrelato de febrero para Estrellas de Tinta 2023)

 Aquí os dejo mi microrrelato de febrero del reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta2023 creado por @MUSAJUE. En esta ocasión, está inspirado en el gran relato de Javier (@JaviWrt) titulado Los velos de la historia, que recomiendo leer y disfrutar antes de leer este micro. Lo podéis leer en el enlace siguiente:

https://incendiodelalma.blogspot.com/2023/02/los-velos-de-la-historia.html?sc=1677536454130#c6353175099147066106

¡¡OJO!! EL microrrelato contiene Trigger Warnings - Avisos de contenido sensible, aunque no sea de forma explícita. Como puede resultar spoiler, los pongo al final del texto y a distinto color por si alguien los considera relevantes. 


Reflexión

Cierro la revista, pensativo. Aquel artículo sobre los velos de la historia me ha dado qué pensar. Las notas del piano del ático de aquel lujoso hotel sosiegan mi mente, que navega entre reflexiones absurdas. Sobre la vacuidad de nuestros logros, lo injusta y caprichosa que es la historia con unas y otros. ¿Cuánto me queda de vida? ¿Cuarenta, cuarenta y cinco años con suerte, si la salud me respeta? Y después, ¿qué? ¿De qué servirán todos mis logros, mis éxitos? ¿Cómo se recordarán las guerras mundiales? ¿A quién atribuirán la creación de internet? Quizá a Skynet. ¿Se considerará música clásica al reggaeton? Qué miedo. La rueda de la vida no para, nos aferramos a lo más sencillo y seguimos adelante. Necesitamos referentes.  Somos un grano de arena en la inmensidad del Sahara. Un grano capaz de negar la existencia del holocausto o justificar masacres por cuestiones divinas. Lo que hoy día es pensamiento reducido, quizás mañana sea dogma. Ese concepto me aterra. Me asomo al balconcillo para respirar y escucho un tumulto de gente en la plaza. Cierro los ojos, doy un par de pasos y extiendo las manos… Siento la caricia de la brisa en mis mejillas. Y una paz inusitada, mientras mis cien kilos de peso impactan brutal e inesperadamente sobre el cuerpo de un aterrorizado Vladimir. Bendito Newton. Espero, aunque no con mucha fe, que me recuerden.


Trigger Warning: 4- Suicidio (o mención).




martes, 31 de enero de 2023

Arrepentimiento (microrrelato de enero para Estrellas de Tinta 2023)

Aquí os dejo mi microrrelato de enero del reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta2023 creado por @MUSAJUE. En esta ocasión, está inspirado en el hermoso relato de Juan Cuquejo (@sinciforma) titulado Pájaros de plata, que recomiendo leer y disfrutar antes de leer este micro. También se lleva mi gamba-recomendación de enero. Lo podéis leer en el enlace siguiente:


Arrepentimiento...

Caminó y caminó sin mirar atrás, confundida, atormentada y un tanto intrigada por aquella inesperada confesión. No sabía si su reacción de rechazo había sido adecuada y necesitaba retirarse a reflexionar sobre ese dolor que le atenazaba el pecho. Llegó hasta el acantilado donde conoció a Pablo por primera vez y contempló extasiada esos cielos anaranjados y rosáceos que acariciaban las montañas nevadas. Su mente se llenó de momentos e imágenes que le llenaron de regocijo; rememoró en su mente la agradable sensación al sentir cercano el cuerpo de él, la calidez de sus palabras y de sus actos y se dio cuenta de que aquello había sido su motor durante las últimas semanas. No podía dejarlo ir por un amor imposible. Rauda, volvió a su forma de giganta y comenzó a correr con energías renovadas, llena de ilusión. En unos minutos llegó al pueblo donde residía Pablo y preguntó por él, esperanzada, pero le dijeron que había marchado al norte, en busca de nuevos críptidos. Recorrió cada pueblo del camino en busca de su querido amigo, pero, sin la cercanía de un humano, ella no dejaba de ser un temible monstruo a ojos del populacho, que cerraban puertas y ventanas a su paso. En alguno de ellos hasta intentaron acabar con ella. Finalmente, indignada por el rechazo que causaba, desistió de su búsqueda y se transformó en estrella. En atardeceres anaranjados y rosáceos, si miras al cielo con atención, puedes contemplar durante unos instantes su brillo, pálido y triste.

FIN



Palabras: 250. 

Aquí la pegatina, ¡mes completado!

Podéis encontrar las bases del reto de escritura de este año aquí:

https://plumakatty.blogspot.com/2022/12/reto-de-escritura-creativa.html




Madrastra (Relato de enero para Estrellas de Tinta 2023)


Este es el primer relato para el reto #EstrellasDeTinta2023, podéis encontrar las bases del reto de escritura de este año aquí:

https://plumakatty.blogspot.com/2022/12/reto-de-escritura-creativa.html

TW: Lenguaje ofensivo, mención de drogas, abusos

Madrastra


Es un hecho conocido que la historia la narran los vencedores. Los derrotados, los aniquilados, poco pueden alegar con el paso de los años; las guerras por territorio se convierten en guerras santas, los conquistados son paganos o infieles y a los genocidios se les denomina colonización. En los cuentos populares tampoco es diferente. Se narran de generación en generación con pequeñas variaciones, pero una vez que te estigmatizan no hay manera de darle la vuelta, te conviertes en la mala para toda la eternidad, o por siempre jamás que dirían en mi mundo. Mis motivaciones, mi realidad, se fue difuminando con el paso de los siglos, entre purpurina y finales felices, hasta que una acabó convertida en villana de Disney, amargada, estirada y con aspecto de bruja con verruga y nombre de pérfida. No, en realidad no me llamo Grimhilde. Mi auténtico nombre es Inara y esta es mi historia.


Yo era una joven campesina, alta y agraciada, que laboraba en las tierras próximas a palacio. De familia humilde, a pesar de mi condición mis padres siempre se habían dedicado en cuerpo y alma a enseñarme los más exquisitos modales y a luchar por mis sueños. En cierta ocasión, en un radiante día de primavera, mientras empuñaba mi horca de carga y terminaba de subir el heno al carro, hube de detenerme al escuchar la voz de un hombre dirigirse hacia mí.


—¡Muchacha!—exclamó—¡un poco de heno y agua para mi caballo!


Su tono de voz era firme y decidido. Por lo general, habría rechazado con cortesía semejante orden, pero su tono tenía un efecto hipnótico que no podía dejar de complacer. Me di la vuelta para atender su petición y me hallé ante un imponente caballo blanco, puro nervio, un ejemplar espectacular. Desde pequeña había acompañado a mi padre en su viejo jamelgo y adoraba montar a caballo, sentirme libre trotando por las praderas, olvidarme por un instante de las largas jornadas que tenía por delante y disfrutar de nuestro hermoso y próspero reino en el que, a pesar de trabajar mucho, podíamos vivir dignamente y con seguridad. Pero este caballo tenía casi el doble de tamaño y el dorado de sus estribos y cinchas refulgía con el sol. Asimismo, me quedé embobada al contemplar la regia figura que controlaba al agotado pero aún brioso caballo. Era un hombre de largos cabellos negros, de unos treinta años, unos diez mayor que yo, pero de un porte y gallardía inigualables. 


El caballero bajó de su caballo y me dio las riendas del mismo para que lo aproximara al carro. En ese momento, sentí como una descarga de energía recorría todo mi cuerpo y un ansia de saber más de ese hombre. Nos miramos y me dejé llenar por la negrura de sus profundos ojos. Casi se podía paladear la tristeza y desolación que mostraban.


—¿Se encuentra bien, caballero? ¿Hay algo que le aflige? Siento que le invade la pena y en la vida no hay tiempo para lamentaciones, hay mucho por lo que sonreir.


Fue caminando hasta la sombra de una higuera y allí se recostó contra el tronco, derrengado, y me contó que hacía unas semanas que había perdido a su amada esposa y se sentía devastado y sobrepasado, pues poco antes había sido padre de una preciosa bebé a la que él no tenía ni idea de cómo criar. La tarde dio paso a la noche y la conversación fue fluyendo, yo intentando animar a aquel portentoso caballero y él dejándose querer, hasta que me traspasó con la mirada, me estrechó en sus brazos y me besó, dando rienda suelta a toda la fogosidad contenida. Al alba se marchó y ahí quedó la cosa, yo sin tener idea de que había yacido con mi señor rey y pensando que con seguridad aquel noble despistado no volvería a aparecer a riesgo de encontrarse con un bastardo no deseado.


Cuál fue mi sorpresa cuando, a los tres días, unos caballeros llegaron a casa con un pliego y una bolsa de oro para mis padres y les dijeron que a partir de ese momento pasaría a vivir en la corte. Me llevaron a una villa y me dieron un buen baño y vestidos. Unas doncellas me arreglaron el pelo con dulzura y me dejaron hermosa y elegante como nunca habría soñado.


—¡Qué hermosa me siento!—exclamé, emocionada.

—La más hermosa entre todas las mujeres del reino— contestó una voz que no pude ubicar.


Entonces conocí a mi querido y fiel Espejo Mágico. Me dijo que era un tesoro de familia y que apreciaba tanto la belleza que siempre decía la verdad. Un espejo lisonjero, pensé de primeras.


Guardaron en un baúl tanto el espejo como los vestidos descartados y me montaron en un elegante carruaje, que me llevó hasta palacio, donde ya imaginaba que me aguardaba mi caballero.


Cuál sería mi sorpresa cuando me encontré caminando por los interiores de palacio, acompañada del hombre que gentilmente me había ayudado a salir del carro y comencé a escuchar el sonido de las fanfarrias.


—¿Qué se celebra? —pregunté, curiosa, a mi acompañante.


—Tenemos boda real, mi señora —contestó el caballero y abrió un portón que nos introdujo en un gran salón. 


Allí, al acceder al salón y ver como todas las miradas se posaban en mí, noté como las piernas me empezaban a temblar. Anduve todo lo regia que pude sin entender nada de lo que estaba pasando hasta que vi que mi amado caballero me esperaba junto al altar y a un alto cargo de la iglesia. Su pequeña hija le acompañaba en brazos de su aya.


Aquel día nos casamos por todo lo alto, sin que se revelara a nadie mi humilde origen y fuimos razonablemente felices durante unos años, hasta que cierto día enfermó y le perdí… perdí lo más bello que tenía mi corazón.


Reconozco, y eso sí es cierto, que para superar la pérdida me dejé llevar por la vanidad. Que cada día le preguntaba al espejo quién era la mujer más hermosa del reino y que, a pesar del paso del tiempo cada día la respuesta era la misma.


—No hay ninguna belleza equiparable a la suya, mi reina.


Mi hijastra se llamaba Blancanieves y era una chica pálida y perezosa, demasiado acostumbrada a la vida de palacio. Por todos los medios intenté hacer de ella una persona de provecho, que se supiera valer por sí misma y fuera lo suficientemente fuerte para tener su propio criterio y ser un día una gran reina. Mientras tanto, yo gobernaba como regente lo mejor que sabía. Tenía que mostrarme dura en ocasiones ya que los nobles estaban a la mínima para saltar y argumentar que era una aberración que una mujer gobernara aquellas tierras en solitario. Me constaba que cuchicheaban constantemente acerca de la posibilidad de desposarme, pero jamás ninguno osó hacerme una propuesta a la cara. Yo no estaba para tonterías, tenía una responsabilidad adquirida para con el país y para mi difunto marido: cuidar a Blancanieves. Sin embargo, en esa empresa fracasé con estrépito. 


Cierto día, al cumplir mi amada pero desastrosa hijastra los dieciséis años, mi querido Espejo Mágico cambió su respuesta y me dijo que, aunque yo era su favorita, la más hermosa ahora no era otra sino Blancanieves. Esa Blancanieves, que se había conteritdo en una joven caprichosa que rehusaba realizar cualquier tarea que supusiese mancharse las manos. Esa que clamaba que para eso estaba el servicio y a la mínima se escapaba de palacio para tumbarse en la hierba y dar paseos por el bosque. ¿Que si desató mi ira? En absoluto, al contrario, no hice sino intentar salvarla una y otra vez.


En uno de esos paseos fue cuando se topó con la casa de los enanos. Esos inmundos seres explotaban de forma ilegal los recursos del reino y habían hecho una fortuna a nuestra costa, robando nuestras gemas. Al encontrarse a Blancanieves en su casa y reconocerla como la legítima futura reina, la retuvieron allí y la hechizaron de tal forma que anularon su personalidad y le forzaron a hacer lo que ellos deseaban. Ese hechizo en vuestro mundo actual se llamaría burundanga, probablemente.


Mi querido espejo me indicó su ubicación, pero sabía que, de haberme presentado con un ejército en la casa de los enanos, Blancanieves no habría tenido ninguna oportunidad, por lo que me disfracé de anciana y salí al camino con una cesta de frutas para intentar traerla de vuelta. 


MI intento fue en vano. Intenté convencerla de que me acompañara, pero le habían convencido de que no hiciera caso a nadie y rechazó mi cesta y mi conversación.


En un segundo intento, le rogué a un cazador que la intentara convencer ganándose su corazón, ya que era bastante apuesto, pero él malinterpretó mis palabras y creyó que debía de arrancarle el corazón de forma literal, cosa a la que se negó al ver la fragilidad e inocencia de Blancanieves. 


No me quedó otra que recurrir a los remedios caseros que había aprendido de mi madre cuando mi padre llegaba borracho y encendido a casa. Preparé el mejunje del sueño, lo extendí por parte de la superficie de una apetitosa manzana y volví a la casa de los enanos cuando sabía que estos estarían ausentes. Blancanieves amagaba con rechazar mi oferta de nuevo, por lo que, para convencerla, mordisqueé el lado de la manzana que no tenía el mejunje y le ofrecí la otra parte. Ahí picó y en pocos segundos estaba tumbada sobre el suelo. 


Entonces me di cuenta de que había cometido un gran error. Blancanieves ya no era la menuda niña que pesaba como una pluma a los 7 años, ahora era toda una mujercita y no tenía fuerzas para cargar con ella hasta palacio. Lo intenté arratrándola, pero tuvo que abandonarla en medio del bosque, al escuchar que alguien se acercaba. De haberme descubierto alguien habría sido mi fin.


A partir de ahí, la encontraron, abusaron de ella y dijeron que la habían despertado con un beso de amor (pamplinas). Volvió a palacio y reclamó para sí el trono, torturándome de una forma vil para disfrute del cruel populacho. 


Ahora soy solo un recuerdo, vivo en la mente de vosotros, que os cuestionáis lo que leéis, que no dais por hecho las cosas, que os planteáis escenarios imposibles. Vivo en la mente de aquellos que sabéis lo que es vivir en una caldera, el sentir la soledad en compañía, que no es sino la más dura de las soledades, el tirar hacia adelante más por otros que por ti misma hasta que te das cuenta de que no has vivido tu vida y entonces, entonces es demasiado tarde, porque alguien ha decidido por ti y te ha calzado unas pantuflas de hierro al rojo vivo, que hacen que se te deshaga la piel mientras tu alma llora y te preguntas qué has hecho mal… La respuesta duele más si cabe al darte cuenta de que nunca has sido dueña de tus decisiones, mientras un Espejo Mágico te mira con desdén y te dice que ya no eres, ni mucho menos, la más hermosa del reino, que no puedes serlo con los pies llenos de ampollas, lágrimas en los ojos y la cara hinchada de dolor, y te cagas en la madre de aquel regio primer amor, que te robó tu vida a cambió de otra que nunca pediste, esa vida que acabó contigo, mientras vas sintiendo como te falta el aliento y, en tu último estertor, agarras con la mano las tenazas con las que te ciñeron las pantuflas de hierro y las lanzas con todas tus fuerzas contra el espejo, liberada por fin al sentir quebrarse el cristal a la par que tu corazón.  ¡La reina ha muerto! —vitorean— ¡viva la reina! 


FIN


Milpalabrista: 1971 palabras

Objetivo principal: 

8- Escribe la versión del villano de un cuento popular o leyenda.

Objetivos secundarios: 

13- Narra una historia sobre el primer amor. 

22- Narra un relato centrado en un espejo mágico.